(NOTI-RIO)Una docena de criadores mantiene viva la llama de la colombofilia en Río Colorado y diariamente atienden sus corredoras como se prepara a un atleta de elite. Genética, alimentación, sanidad y entrenamiento son los pilares básicos para lograr el objetivo que se busca: que la paloma vuelva a su palomar lo más rápido posible. Pero por sobre todas las cosas, se impone el amor hacia estas aves, a las que se las cuida con entusiasmo todos los días del año.
Los cultores de esta actividad, que es una rara mezcla de hobbie, deporte, ciencia y pasión, forman un grupo compacto, casi una cofradía, que no dudan en intercambiar ejemplares, compartir información y hablar del tema que los une: sus palomas.
Recientemente sancionada, la Ley Nacional Nº 27.171 le da el marco legal a la actividad, ya que reconoce a la colombofília como una actividad deportiva, entendiéndose como colombofilia al conjunto de actividades tendientes a la cría, educación, entrenamiento y mejoramiento de la paloma mensajera de carrera con fines deportivos.
Actualmente las palomas están en pleno período de replume, cambiando sus plumas después de un año de competencia, y preparándose para nuevos desafíos. Carreras hasta 300 kilómetros se las considera de velocidad, luego están las de semifondo hasta 500 kilómetros, de Fondo hasta 900 kilómetros y desde esa distancia en delante, son carreras de Gran Fondo.

LOS CONTINUADORES
En el año 1982 se fundó en esta ciudad la Asociación Colombófila Río Colorado, impulsada por Dante Carrasco, Alfredo Severini, José Rascado y Julio Bonfanti, ya fallecidos.
Junto a ellos, se sumó un grupo de jóvenes y adolescentes, que motivados por la curiosidad, abrazaron desde entonces esta afición que intentan mantener viva en esta ciudad.
Podemos mencionar entre ellos a Pablo Miranda, Raúl Torres, Jorge Vissani, Darío Goenaga, Julio Rauta y Adolfo Acuña, verdaderos continuadores de la actividad. A lo largo del tiempo, se han sumado nuevos cultores de la colombofilia que les permite participar de un campeonato social (local), campeonatos regionales y carreras especiales en las cuales participan colombófilos de todo el país. La más emblemática es la Gran Zapala, con la participación de unas cinco mil palomas.
En diálogo con ellos, surgen rápidamente las anécdotas, historias de carreras memorables, rendimientos increíbles de alguna pupila famosa y el entusiasmo es tan intenso como contagioso.
“El día de la carrera, todos queremos ganar, pero luego nos ayudamos unos a otros. Nos une el amor por estos animales, y por ello, mantenemos una sede social, compartimos entrenamientos en la ruta, hacemos compras de alimentos y medicamentos en común para abaratar costos” explicó el presidente de la entidad Pablo Miranda.

CON NUEVAS TECNOLOGIAS
La tecnología también llegó a esta actividad. Los viejos relojes constatadores Toulet, Super Toulet, STB y aún los Junior digitales han dado paso a las gateras electrónicas. Las palomas llevan un pequeño chip en una de sus patas, y al llegar de una competencia, automáticamente queda registrado su arribo al pasar por la plataforma.
Los sistemas de cómputo también han avanzado, utilizando modernos programas, que utilizando las coordenadas del lugar de suelta y las coordenadas del palomar del competidor, establece la velocidad alcanzada por la paloma con verdadera exactitud.
De esta manera, competidores de diferentes ciudades pueden participar de una misma carrera y planificar torneos regionales. De hecho, los corredores de esta ciudad participan del regional del sudeste de la provincia de Buenos Aires.

VERDADERAS ATLETAS
A las palomas de carrera se las atiende como verdaderas atletas que son. Se controla su peso y sus plumas, la calidad del alimento, su sanidad que sumado al entrenamiento estricto son las claves para obtener resultados. Como todos los colombófilos, en mayor o menor medida, cumplen con estas prácticas, la diferencia la marca la genética del animal.
Y allí está la mano del colombófilo, que cultiva sus propias líneas de palomas buscando la paloma que le brinde confianza. Puede llevar años conformar un plantel de voladoras que le permitan correr y ser competitivo. Así, corredores de Río Colorado participan de extenuantes competencias desde Bariloche, Zapala, Mendoza o desde el propio Obelisco.
“Para correr esas carreras tenés que tener palomas de tres o cuatro años, con varias competencias realizadas, que conozca el canasto y tenga la sangre para afrontarla. Nosotros la tenemos y por eso hemos tenido buenos resultados, compitiendo con grandes colombófilos del país. El año pasado, en la carrera de Mendoza (800 kilómetros de distancia) la ganó el corredor local Jorge Vissani. Y años anteriores estuvimos siempre dentro de los primeros diez primeros” contó Miranda.

PROPIETARIOS Y CORREDORES
Pablo Miranda : “Es una pasión que viene conmigo desde los 14 años. Me da muchas satisfacciones y si Dios quiere, no pienso dejar nunca. Ahora estoy compartiendo esta actividad con mi hijo y eso es una alegría doble”
Jorge Vissani: “Es una mezcla de deporte, hobby y pasión muy difícil de explicar a las personas que no conocen esta actividad. Acá no hay día libre, todos los días del año hay que alimentarlas y darles de comer, estar atento a la sanidad. Realmente estamos encima de nuestras palomas, nos encariñamos con ellas y hacemos todo lo posible para que estén cómodas y saludables”.

Darío Goenaga: “Una paloma puede volar 800 kilómetros sin parar en un día. Tiene una fortaleza única, además de un sentido innato de la orientación. Por el esfuerzo que realiza, el colombófilo la recibe de la mejor manera y le brinda todas las atenciones que merece un animal de estas características”
Julio “Pino” Rauta: “Empecé a los 5 años, cuando Dante Carrasco (impulsor de la actividad en esta ciudad) me regaló una yunta de palomas. Después, con la ayuda de mi abuelo Hilario Carta y mi papá, hicimos un palomar para correr. Desde aquel momento, el hobby se hizo una pasión imposible de abandonar”






