En la localidad de Río Colorado se llevó a cabo una nueva jornada de capacitaciones sobre Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), organizada en conjunto por el área de fruticultura del Ministerio de Desarrollo Económico y Productivo, junto con diversas organizaciones públicas y privadas. Estas capacitaciones, que se están desarrollando de manera itinerante en distintas localidades de Río Negro, buscan promover una agricultura más responsable y sostenible.
Las Buenas Prácticas Agrícolas son un conjunto de procedimientos y actividades orientadas a mejorar los procesos productivos, priorizando el cuidado del medio ambiente, la protección de los trabajadores y la generación de productos de alta calidad e inocuidad que inspiren confianza en los consumidores. Durante las jornadas, se abordan temas clave como el manejo adecuado de envases de plaguicidas, el uso seguro de agroquímicos y fitosanitarios, y la protección del medio ambiente.
Un aspecto destacado de estas capacitaciones es la seguridad de los trabajadores rurales. Walter Copes, técnico del INTA, enfatizó la importancia de crear conciencia sobre prácticas seguras en el campo: “Es fundamental que los trabajadores estén capacitados en técnicas de RCP, ya que muchas veces se encuentran en zonas alejadas y pueden necesitar estos conocimientos hasta la llegada de una ambulancia o ayuda externa”.
Inicialmente, la implementación de las BPA surgió como una exigencia para el comercio exterior, pero recientemente ha comenzado a ser obligatoria también para el mercado interno. Esto subraya la necesidad de que los productores comprendan la importancia de estas prácticas tanto para la salud pública como para la protección del entorno natural.
Durante los talleres, se fomenta un valioso intercambio de experiencias entre los productores, quienes comparten sus vivencias sobre accidentes en el campo y reciben recomendaciones prácticas para prevenir futuros incidentes, especialmente aquellos relacionados con el uso de tractores y otras maquinarias agrícolas.
Estas capacitaciones son esenciales para asegurar que las prácticas agrícolas en la región se alineen con los estándares nacionales e internacionales, garantizando un entorno laboral más seguro y un producto final de mayor calidad. De esta manera, se promueve una agricultura sostenible que beneficia tanto a los productores como a la comunidad en general.