La caída de la coparticipación golpea fuerte a Río Negro

(NOTI-RIO) Durante el mes de septiembre de 2025, la provincia de Río Negro experimentó una caída significativa en los recursos que recibe del Estado nacional a través del sistema de coparticipación federal de impuestos. Esa merma, de 10,6 % real interanual, supera el promedio nacional y pone en tensión las finanzas provinciales y locales.

Este fenómeno -no aislado- se inscribe en un contexto de desaceleración económica nacional, inflación persistente y presión sobre las cuentas públicas provinciales y municipales.

Durante septiembre, Río Negro sufrió una caída del 10,6 % en las transferencias automáticas por coparticipación federal que recibe de la Nación. Este descenso, superior al promedio nacional del 10,3 %, refleja con crudeza el impacto que está teniendo la desaceleración económica sobre los ingresos provinciales.

Los recursos percibidos por la provincia en ese mes totalizaron 103.258 millones de pesos, cifra inferior a la registrada en agosto, cuando se habían alcanzado los 105.853 millones. Esto representa una pérdida de 2.595 millones en tan solo 30 días.

La coparticipación representa cerca del 60 % de los ingresos corrientes de Río Negro, por lo que cualquier variación significativa en estos fondos afecta directamente la capacidad de funcionamiento del Estado. A ello se suma el hecho de que los ingresos coparticipables en septiembre apenas superaron en un 8 % los registrados en enero, mientras que la inflación acumulada en ese mismo período fue del 19,5 % y los salarios públicos crecieron un 20,2 %.


El motor provincial, bajo presión

Además del descenso en los recursos federales, los impuestos provinciales —que aportan alrededor del 30 % de los ingresos corrientes— también reflejaron señales de enfriamiento. La recaudación del impuesto a los Ingresos Brutos, principal tributo local, mostró una leve baja del 1 % respecto a agosto, aunque se mantuvo 55 % por encima del mismo mes del año anterior.

Este desempeño relativamente sólido se explica por una combinación de factores: modificaciones normativas implementadas a nivel legislativo, la continuidad de la obra pública financiada con fondos propios, y un repunte parcial en actividades clave como la hidrocarburífera, la minería y la logística asociada a obras de infraestructura como el oleoducto Vaca Muerta – Bahía Blanca.

Sin embargo, el escenario sigue siendo desafiante. La provincia enfrenta una situación fiscal en la que los recursos disponibles crecen por debajo de la inflación, en un contexto donde los compromisos salariales y operativos del Estado se mantienen constantes o incluso en aumento.


Panorama nacional: caída generalizada

La caída de la coparticipación no es exclusiva de Río Negro. Todas las provincias del país sufrieron una baja real interanual en las transferencias automáticas. Las jurisdicciones patagónicas fueron de las más afectadas, con descensos que superaron el 10 % en la mayoría de los casos.

Este comportamiento está directamente ligado al freno de la actividad económica y a la retracción de los principales impuestos federales, como el IVA y Ganancias. En un escenario de inflación alta y consumo en retroceso, la recaudación tributaria nacional se resiente, y con ella, los fondos que se distribuyen entre las provincias.


Impacto en los municipios rionegrinos

Área afectadaConsecuencias potenciales
Finanzas localesReducción en las transferencias que envía la provincia. Menor disponibilidad para gastos corrientes.
Servicios públicosPosibles recortes o ralentización en salud, educación, seguridad y mantenimiento urbano.
Obra pública municipalParalización o postergación de obras planificadas. Menor inversión en infraestructura básica.
Empleo públicoRiesgo de ajuste en plantilla o de retrasos en el pago de sueldos.
Autonomía financieraMayor dependencia de recursos propios. Municipios pequeños, en desventaja.
Gestión diariaDificultades para sostener niveles de atención al vecino. Clima social tenso.

Un cierre con incertidumbre

Río Negro logró mantener cierta estabilidad gracias a la capacidad de movilizar recursos propios y aplicar medidas paliativas, pero la tendencia marca una fragilidad estructural: si la economía nacional no se reactiva, los ingresos seguirán cayendo en términos reales.

La provincia, además, ha debido recurrir a herramientas financieras como préstamos garantizados con coparticipación y la emisión de Letras para sostener el funcionamiento del Estado. Esto plantea interrogantes sobre la sostenibilidad fiscal a mediano plazo, tanto en el plano provincial como en los gobiernos locales.

En este escenario, la planificación presupuestaria se vuelve un ejercicio de equilibrio permanente: entre los ingresos que no alcanzan y las necesidades que no se detienen.

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