La situación de los chacareros continúa en estado crítico

La fruticultura regional continúa sumergida en una crisis estructural y la política no consigue acercar respuestas que permitan revertir esta situación.

Es muy difícil, en este contexto, transmitir la angustia que están viviendo los productores. Su queja apunta al sistema de comercialización de la actividad. Aseguran que las empresas exportadoras siguen sin transparentar los números del negocio y que el mecanismo residual para determinar el valor de la fruta sobre el final de la temporada termina siempre perjudicando al productor.

Critican también, y con mucha dureza, el significativo aumento de costos que está sufriendo el sector y que nada se haga al respecto.

Sienten que su lógica de trabajo choca con una realidad de país que no los contiene. La inmediatez con la que se manejan hoy la política y la economía no contempla aquellas actividades que se sustentan con inversiones de largo plazo. Y la fruticultura regional no queda fuera de esta realidad.

Es poco razonable pensar en una fruticultura sin productores. Sin embargo, las frías estadísticas muestran que poco a poco los valles de la Norpatagonia van desapareciendo del mapa. Hacia fines de la década de los 70 y principios de los 80 sumaban más de 10.000 los productores que se dedicaban a la explotación de peras y manzanas en el país. Hoy esa cifra se ubica en torno a los 2.500 chacareros.

Por otra parte, en la actualidad se están exportando volúmenes similares a los de hace 20 años. A esto hay que sumar otro dato clave: en los últimos cinco años se paralizaron todas las inversiones ligadas a la actividad.

En definitiva, hay que ser ciego para no darse cuenta del brutal ajuste que está sufriendo el sector. Y necio para no entender que éste continuará si no se toman medidas de fondo para revertir la situación.

Desde el ámbito político las señales no son mejores. Algo puntual, pero no menos importante: en plena campaña electoral, ninguno de los candidatos a diputados o senadores se acercó a los productores para saber cuáles son sus necesidades o de qué manera podrían acompañar el necesario proceso de cambio que requiere el sistema. Una señal que marca la agenda del sector para los candidatos.

Esta semana “Río Negro Rural” se reunió con tres referentes de la Federación de Productores para analizar lo que puede dejar la mejor temporada de las últimas décadas en los mercados internacionales. Los precios de las peras y manzanas en la mayor parte de los destinos (Rusia, Estados Unidos y Europa, entre otros) alcanzaron niveles máximos históricos. Todo el hemisferio sur festejó en esta temporada –corrijo, casi todo–. A continuación se detalla parte de la conversación mantenida con los entrevistados, Jorge Figueroa, presidente de la Federación de Productores de Río Negro y Neuquén; Marcelo Coriolani, tesorero de la entidad, y Federico Sacheri, protesorero.

–¿Cómo explican que las empresas logren precios históricos en el exterior y que eso no se refleje en los retornos que percibirá la fruta?

Jorge Figueroa (J. F.): –Por el récord de aumento de costos que se observa en la actividad. La estructura de costos continúa creciendo e impide que la fruta logre la rentabilidad adecuada.

–¿Es sólo un problema de costos?

Marcelo Coriolani (M. C.): –Seguramente que no. Las empresas deberían comenzar a transparentar sus números comerciales. Todo indica que algunas exportadoras se están quedando con una mayor participación del negocio, en desmedro del resto de la cadena. Ésta es mi opinión personal.

–¿De qué número se habla para esta temporada?

J. F.: –Las primeras preliquidaciones están entre 19 y 22 centavos de dólar. Hay negocios puntuales con precios de manzanas que han superado esos valores. Claramente, no se condicen los precios que se están viendo en los mercados de destino con los valores que están manejando los productores aunque, aclaro, no hay nada cerrado todavía. En la última reunión que mantuvimos con los empresarios, convocada por el gobierno, ellos hablaban de 24 centavos en promedio.

–¿Es un número alejado de sus expectativas?

J. F.: –Por supuesto.

Federico Sacheri (F. S.): –Y… el año pasado por las peras se pagaron entre 20 y 25 centavos de dólar. Por las manzanas en la temporada pasada, al inicio de la cosecha, se llegaron a pagar 2,50 pesos por kilo. Esa misma manzana, cuando uno la entregaba sin precio a las exportadoras, la terminaron de pagar a fin de año a 1,50 pesos en promedio. Ése es un tema para analizar.

M. C.: –Todo indica que los precios del año pasado se van a repetir para el productor.

–¿Es decir que ni siquiera compensarán la inflación?

M. C.: –Lamentablemente es de lo que hoy se habla.

J. F.: –Pero también hay que señalar que son muy pocos los contratos que este año ingresaron a la Secretaría de Fruticultura contemplando el pago de 30 centavos de dólar por kilo.

–¿Cuántos?

J. F.: –No llegan a 30 contratos, o sea nada.

–¿Los 30 centavos de dólar son por la fruta a clasificar?

M. C.: –Eso no está definido, pero al ser tan pocos los contratos…

–Y, por fuera de los contratos, ¿que están recibiendo?

J. F.: –Es muy poco, entre 1,20 y 1,25 pesos. Esto no tiene nada que ver con los precios que registran los mercados. Lamentablemente somos rehenes de un perverso sistema de comercialización.

–¿Cómo cambia esto?

M. C.: –Con voluntad política. El gobierno debería hacer leyes que amparen al productor de los abusos del sistema.

F. S.: –Hoy tenemos las leyes provinciales de Transparencia y Contractualización, que son importantes. Lo que pasa es que no son vinculantes, o sea que están condicionadas a un beneficio que es la exención en el pago de Ingresos Brutos. En muchos casos este beneficio no es atractivo para que todas las empresas se adhieran a la ley, de allí que hoy tengamos tan pocos contratos avalados en este marco.

–En definitiva, estas leyes no sirven…

F. S.: –Yo lo que veo es que el actual sistema de comercialización, que se inicia con la entrega de la fruta de la chacra al empaque, es muy abierto, muy permisivo; le permite a cualquier galpón hacerse prácticamente de toda nuestra producción sin condiciones. Se fija el precio por una parte del total, se deja librado el porcentaje de esa producción a una clasificación que únicamente maneja el empaque y es así que llegamos a la finalización del año con números que nunca cierran y nosotros no tenemos elementos legales para defendernos con una discusión racional.

–¿Consideran que existe un componente ético que no funciona?

F. S.: –Por supuesto. Si uno no está obligado a abonar un determinado valor por la fruta, naturalmente tratará de pagar lo menos posible.

–¿No suena irracional pedir un precio por ley teniendo en cuenta que uno entrega la fruta y ésta se liquida al exportador seis meses después?

M. C.: –No. Acá lo que se necesita es una ley que defina la trazabilidad comercial. Hoy tenemos trazabilidad sanitaria, pero no comercial.

J. F.: –Debemos generar herramientas con la conexión jurídica necesaria para lograr la trazabilidad comercial. Hoy el productor entrega todo su trabajo del año al galpón de empaque atendiendo a la buena fe de las partes, y así nos va…

–Pero ¿usted piensa que con un precio por decreto el sistema va a funcionar?

J. F.: –Con eso solo no. Debemos armar mecanismos regionales que nos hagan más fuertes, incentivar el asociativismo entre los productores para comercializar su oferta y profundizar el plan para una fruticultura sustentable, que es otra pata clave para que Nación comience a escucharnos.

F. S.: –Debemos dejar de lado las pujas políticas y entender que hoy la fruticultura es una actividad dinamizadora tanto desde el punto de vista social como económico.

–¿Por qué, si se interpreta que es tan importante, el gobierno no acompaña?

F. S.: –Puede ser por falta de interés, no saber interpretar la realidad, incapacidad o porque no lo han puesto en su agenda política como una prioridad. Pese a todo, es mucho lo que puede dar la fruticultura a la región.

J. F.: –Antes la fruticultura tenía dinámica propia, hoy eso se perdió. A finales de los 80 cambió la estructura comercial, cayendo los grupos asociativos por grandes empresas. El productor no tuvo reacción ante estas modificaciones y quedó atrapado en el sistema. El cambio de paradigma generó mayor concentración en la actividad y la expulsión de los productores.

–¿Se acercaron los candidatos a legisladores para conversar estos problemas con ustedes?

J. F.: –Nadie, hasta ahora, llegó a la Federación de Productores para consultarnos. Estamos cursando a todos ellos invitaciones para que se acerquen a las cámaras con sus propuestas y poder volcar nuestras inquietudes.

javier lojo

jlojo@rionegro.com.ar

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